Alma en Radio

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Relato de Suspenso Ganador en Susurros del Alma del mes de Agosto

Juegos de niños  Autor: TERE BARRAGAN (España)

Había un grupo de amigos que le gustaban los juegos tenebrosos, sobre todo aquellos que hacían sentir miedo a las personas. En las noches oscuras se escondían en los caminos cubiertos con ropa negra y cuando pasaba algún transeúnte empezaban hacer ruidos y mover las ramas de los arbustos, para que sintieran miedo y salieran corriendo. Ellos se divertían de esa forma sobre todo Roberto que era el cabecilla del grupo y quien planeaba los juegos.

Su lugar preferido eran los alrededores del cementerio o dentro del mismo, sobre todo en los días de niebla, Roberto se ponía la capa con capucha y cuando veía a alguien paseando por las tumbas, se les presentaba de golpe haciendo movimientos extraños. La gente estaba atemorizada y dieron quejas de ello al alcalde para que pusiera remedios. El alcalde, le llamó la atención y le comunicó que lo echaría del pueblo si persistía en sus macabras diversiones, pero él ni se inmutó.
Andrés era el enterrador: despistado y corto de memoria. Un día hubo una desgracia que causó cinco o seis muerto (Se olvidaba rápido) por un derrumbe en un caserío, tenía las cajas preparadas habiendo hecho algunas de más por si acaso algún herido de los que estaban graves fallecía.
Roberto les dijo a sus amigos que ese atardecer jugarían a una especie de escondite en el cementerio. El juego consistía en esconderse y cuando vieran a alguien acercarse, tenían que darle un susto, el que mayor susto consiguiera sería el jefe para siempre, sus amigos aceptaron encantados y él sé echó a reír, pensaba que nadie lograría quitarle el puesto ya que había trazado un plan ingenioso que no se lo contó a nadie.
Se metería en un ataúd hecho por Andrés y cogería un nombre repetido que el enterrador había hecho para identificar los cadáveres, así cuando lo abrieran para darle el último adiós, él saldría y les daría un fuerte susto de muerte.
Llegó ese momento y todos se escondieron, Roberto se metió en la caja riéndose de su idea, esperando que llegase la oportunidad de su gran espectáculo.
Oyó voces a su alrededor y él esperaba, sintió que lo trasladaba y seguía esperando, notó que habían puesto fin a su traslado y pensó: -¡Ahora, ahora!, llega el momento de mi victoria-
Fueron pasando los minutos y oía voces y lloros y volvió a pensar:-¡Ahora, ahora abrirán! – Se decía nervioso-
De repente se hizo el silencio total, él seguía esperando poniéndose muy alterado y quiso abrir la tapa, pero estaba cerrada por fuera, empezando a dar golpes y golpes, nadie lo escuchaba, se habían ido todos, no quisieron abrir el ataúd para darle el último adiós porque era el único que tenía grandes lesiones en su rostro.
Sus amigos lo estuvieron esperando durante bastante rato, ellos habían terminado y querían saber quien había dado el mayor susto. Empezaron a buscarlo por todo el cementerio, pero cuando se pasaron por uno de los recién enterrados oyeron unos golpes que les hizo salir en estampida.
Desde ese día nada se supo de Roberto, sus amigos pensaron que el alcalde se había enterado de los hechos y lo echó del pueblo.
Ellos nunca supieron quien había ganado en el juego, lo cierto es que jamás volvieron a jugar en el cementerio por miedo, porque hasta el día de hoy aún se escuchan los golpes de su líder.